Mandarinas con sabor de mar

¿Por qué unas mandarinas son tan diferentes unas de las otras? ¿Por qué unas nos gustan tanto y otras nos dejan indiferentes? En el caso de Burriana el azul del mar y el verde de los naranjos se juntan en uno de los horizontes más bellos de la costa valenciana. La proximidad de los árboles al mar, sin ningún obstáculo de por medio, es la llave que explica el sabor único de las mandarinas de Burriana. Veámoslo en detalle.

Los cuatro factores que intervienen son la tierra, el clima, el agua y la variedad. La tierra es especialmente fértil, tal y como ya descubrieron íberos, romanos y árabes. El agua viene directamente del río Mijares, sobre la cual Burriana tiene derechos históricos desde la época de Jaime I i eso le permite tener prioridad sobre otras zonas a la hora de regar. El clima es la llave porque determina el grado de maduración. El hecho de tener los huertos en primera línea de mar evita les temidas heladas pero al mismo tiempo asegura el frío suficiente y justo.

En cuanto a la variedad hay tantas que sería muy largo hacer la lista. En nuestros huertos cultivamos la que està considerada como la mandarina valenciana más completa del mercado, la clemenules, y como todas las cosas maravillosas es una creación espontánea de la naturaleza, una mutación detectada en el término de Nules el año 1953 de otra variedad. La clemenules lo tiene todo: el color de un naranja intenso, la dulzura justa, la facilidad para pelarla y es rica en propiedades nutritivas. En nuestros huertos también se encuentran otras variedades de mandarina, como la marisol o la hernandina, y de naranjas, como la lane-late o la navel. Cada una con su historia. Cada una diferente de las demás.